Lunes de Aguas. Salamanca. Siglo XVI.
Los orígenes de esta singular fiesta se remontan al siglo XVI; Felipe II, asustado por el libertinaje sexual que se respira en la ciudad, dicta unas ordenanzas para obligar a las prostitutas a abandonar la ciudad y permanecer en su Casa de Mancebía extramuros durante la Cuaresma. Así, a partir del Miércoles de Ceniza, las prostitutas dejaban la ciudad y eran trasladadas a la otra orilla del río Tormes.
Mientras tanto, y como siempre, el Padre Putas, vigilaba, cuidaba y atendía a las mancebas, siendo el responsable de ellas; este personaje, convertido eufemísticamente en el Padre Lucas como el cabezudo más famoso perseguidor de niños y no tanto en los días de fiesta salmantinos, acompañaba a los estudiantes a recoger de su exilio a las prostitutas, el lunes siguiente al Lunes de Pascua, bautizado como Lunes de Aguas.
Imaginemos la alegría y el jolgorio de nuestros jóvenes estudiantes para celebrar la llegada de las rameras; una gran fiesta de carne, hornazo, comida, bebida y bailes para recibir a las jóvenes transtormesinas. Así lo reflejó, por primera vez el estudiante italiano Girolamo de Sommaia, en su diario, donde relataba como las mancebas cruzaban en barcas el Tormes, en pecado para hacerlo por el Puente Romano sin antes haberse confesado, ante la ansiosa espera de estudiantes y vecinos, un lunes de pasar las aguas.
Hoy con la celebración declarada Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León, no vamos a buscar a aquellas mujeres a la orilla del Tormes, aunque algunos años se representó el singular evento, pero seguimos celebrando con nuestro hornazo salmantino, que una vez, hace siglos, todos fuimos tunantes por un día, junto al río.
Nuestro receta para el hornazo, una de las muchas que existen y que podemos encontrar, requiere lo siguiente…
Para la masa…
3 huevos.
1 vaso de vino blanco.
1 vaso de aceite.
1 kilogramo aproximado de harina.
25 gramos de levadura.
Sal y azafrán.
Para el relleno…
Jamón.
Chorizo.
Lomo adobado.
Huevos cocidos.
Para su elaboración…
En un recipiente se baten ligeramente los huevos, añadiéndose la levadura que se deshace. Mezclaremos, además, el vino y el aceite; y después la sal y el azafrán, volviéndose a batir todo otra vez.
Se incorpora la harina poco a poco, removiendo, hasta conseguir una masa que no se pegue al contacto con los dedos. Se amasa y se deja reposar dos horas en un sitio templado.
Después, se extiende con un rodillo sobre una superficie y se divide en dos partes; la parte inferior se pone en una bandeja de horno bañada con un poquito de harina, se coloca el relleno encima, con las carnes ligeramente fritas, y se tapa con la parte superior, cerrando los bordes.
Se bate otro huevo y, con un pincel, se da brillo a la superficie del hornazo, picando la masa con un tenedor para que salga el aire al cocerlo. Se lleva al horno, precalentado a 200 grados, durante 35 minutos con mucha precaución para que no se queme. A esperar y ya tenemos nuestra suculenta obra culinaria. Buen provecho.