Más oculto y menos conocido que otros relieves en piedra de Villamayor, la Iglesia de San Benito esconde entre sus volutas y espirales la figura de un tuno que parece subir por una de las columnas ocres de piedra franca.
La figura, escala con su jubón y bombachos entre los relieves de la pilastra, situada en la fachada del templo salmantino, mientras que portando a sus espaldas un laúd, o quizá una bandurria, parece llegar a un balconcillo, tal vez para ponerse a rondar.
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La obra, realizada por el mismo cantero que trazó el archiconocido astronauta de la Catedral Nueva, está fechada entre 1994 y 1995 y también llegó al pilar en una restauración.
Lo cierto es que no fue el capricho del tallista, lo que llevó al tuno a formar parte del paisaje pétreo salmantino, sino que un sentido homenaje a un tunante tristemente desaparecido, forjó otra de las figuras buscadas entre las luces y sombras de la piedra salmantina.