Es otra de esas figuras escondidas y refugiadas entre la labra plateresca y enriquecida de los edificios históricos de la Universidad de Salamanca.
Pasa desapercibida entre todas las miradas que buscan la Rana, una y otra vez, en la fachada del Edificio Histórico de las Escuelas Mayores, pero ocupa un lugar privilegiado entre las más sorprendentes y curiosas.
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La crestería del Hospital del Estudio, camino del Patio de Escuelas Menores, acoge a este personaje entregado al onanismo, autodisfrutando de los placeres carnales, entregado en una posición inequívoca, con sus piernas cruzadas y una mano apoyada en la piedra y otra en sus partes pudendas.
Comparte crestería con otros personajes que también ocupan un lugar privilegiado en el bestiario salmantino.